EL
PROGRESO MODERNO ES PAGANISMO
Parte 1
Parte 1
Serie de Mensajes Vigentes al
2016
Confidencias de Jesús a un Sacerdote
Monseñor Ottavio Michelini
Monseñor Ottavio Michelini
2 de diciembre de 1975
Hijo mío, escribe:
El progreso moderno es arma mortífera con la que Satanás
aleja almas y almas de las fuentes de agua viva, para llevarlas a un desierto y
luego abandonarlas para que mueran de sed.
Quien debía poner en
guardia a las almas de los bautizados de este grave peligro, se ha dejado
deslumbrar también.
Sin oponer
resistencia ni advertir a la grey del gravísimo peligro hacia el que iban al
encuentro, ha seguido al Enemigo, que así ha podido alejar de la luz de la fe
grey y pastores.
·
Sobre la Familia
Demostrarte cuán
cierto es esto, me parece superfluo; ¿quién no ve hoy profanada y desencuadernada
la familia?
·
Las Escuelas
¿Quién no ve hoy la escuela, de santuario
transformada en una fosa infernal, donde con el pretexto del progreso y de la
evolución de los tiempos, los niños son iniciados oficialmente en el pecado?
¿Quién no ve cómo el cine y la televisión se han
convertido en cátedras con millones y millones de alumnos que absorben
ávidamente lecciones de violencia, crimen, adulterio?
·
Los Medios de
Comunicación
Son cátedras en las
que el veneno del ateísmo es inculcado a todas horas del día y de la noche con noticieros embusteros, con películas
exaltando el divorcio y el aborto; con canciones insinuando el amor libre, la
sensualidad. La inmodestia es exaltada y glorificada a través del nudismo, la
inmoralidad de las costumbres. La difusión de errores de todo género es
cotidianamente acogida como una conquista de libertad.
·
El lenguaje engañoso y perverso de los modernistas
como el falso profeta o falso papa Francisco.
En nombre de la
libertad se mata.
En nombre de la
libertad se mata, en nombre de la libertad se corrompe, en nombre de la
libertad se llevan a cabo las más perversas empresas.
No te hablo de lo que
sucede en villas, en casas particulares, en lugares públicos; toda aberración,
toda perversión e iniquidad es consumada. Aquí Satanás
desfoga todo su odio contra la naturaleza humana, degradándola, destruyendo en
ella todo pudor y sentido de dignidad, pisoteándola, humillándola en todas las
formas consentidas por su astucia degradada.
·
La Prensa
¿Qué decir de la
prensa, otra jactancia del progreso?
También ella es un
medio de comunicación domesticado al servicio del mal.
La prensa buena tiene una acogida muy fría y mucho
menos amplia que la prensa mala. Mira los diarios: están pasando en
buena parte al servicio del ateísmo. Este pseudo-progreso, (progreso material
pero impresionante retroceso moral y espiritual) ha sido aceptado sin reacción,
sin embargo es evidente en él la presencia soberbia del Maligno, que ha hecho
de ello un arma para matar a Dios en las almas.
No sólo no se ha reaccionado,
sino que no pocos lo han exaltado y muchos hombres que debían, unidos, poner un
dique a esta invasión satánica la han seguido.
He aquí entonces que
mis ejemplos y mis enseñanzas están en perfecto contraste con los principios
y costumbres de esta civilización del pecado.
·
Los Pastores de la
Iglesia que “quieren conciliar lo
irreconciliable”
De aquí el celo
desenfrenado, por conciliar lo irreconciliable, de muchos ministros y pastores
míos que, quieren cambiar y reformar
todo. He aquí la lluvia de innovaciones que, según ellos, deberían hacer
posible servir a dos amos a la vez. Quisieran fundir juntos luz y tinieblas,
volver lícito lo ilícito, aumentando los escándalos, heridas y divisiones en mi
Iglesia.
Estos innovadores han
olvidado lo verdaderamente importante: renovarse a sí mismos. Ellos, una vez
renovados habrían podido proceder, con sabiduría, a una sensata actualización,
a una útil reforma.
·
Para salvar a las almas
Los que hoy se
aferran a mi misericordia, tendrían razón, si no olvidaran cosas de capital
importancia:
— Vale el alma más
que el cuerpo, ¿sí o no?.
— Si es sí, ¿sería
misericordia, dejar que se perdieran las almas, por salvar los cuerpos?
Yo no soy el Dios de
la venganza, sino que soy el Amor infinito y eterno, es decir desde la
eternidad Yo os amo infinitamente a vosotros.
Yo no quiero la ruina
de los hombres sino que, porque soy Amor, quiero su salvación, la salvación
eterna. Vosotros me habéis abandonado, me habéis pospuesto a vuestra civilización
pagana que habéis aceptado y con la que habéis pactado, rebajándoos a los más
indignos compromisos.
Ahora comenzáis a
vislumbrar confusamente el abismo que hay bajo vuestros pies y apeláis a mi
misericordia. Será precisamente mi misericordia la que impedirá a las almas continuar perdiéndose,
sometiendo la cercana hora de la justicia a la misericordia, por lo que mi
Iglesia, nacida a vida nueva llevará a cabo los fines para los que Yo la he
querido.
Estás cansado y no te
sientes bien hijo mío; por esta noche basta. Te bendigo. Ámame.
3 de diciembre de 1975
Escribe, hijo mío:
Yo, Jesús, Verbo de Dios hecho Carne, veo hoy a mi
Iglesia en un modo muy diverso a aquel en el que Yo la he estructurado al
principio.
·
La Iglesia, Obispos
y sacerdotes muy diversos al momento en que Jesús la fundó.
¿Qué ha quedado de la
estructura verdadera, genuina? Casi no la reconozco ya...
¿Son los Obispos de
hoy los Apóstoles de ayer? ¿Están guiados por el mismo celo desinteresado de
los primeros tiempos? ¿Es el mismo espíritu de humildad y de pobreza el que los
guía? ¿Los sacerdotes de hoy son semejantes a los discípulos de ayer? No, hijo
mío.
No quiero decir que
también al inicio no hayan faltado los débiles y los desertores, pero el
espíritu de los buenos era el espíritu de Dios. La fe que los animaba, la esperanza
que los sostenía era de Dios, la caridad que los unía era caridad verdadera,
tanto que los paganos observando el espíritu que los animaba decían: "mirad
cómo se aman" y eran atraídos hacia ellos.
Hoy, hijo mío, las
cosas son bien diversas. Siempre hecha la excepción de los pocos verdaderamente
buenos y santos, ni siquiera los Obispos
aman con la verdadera caridad de Cristo a sus sacerdotes, untuosos
exteriormente, pero interiormente fríos, como el metal.
Luego entre los sacerdotes,
el amor fraterno está hecho a menudo de palabras vacías; impera la malevolencia
más que la fraternidad.
Siempre dispuestos a
aliarse con cualquiera con tal de atacar a un hermano, siempre dispuestos a
transformarse en abogados defensores de Dios contra otro Sacerdote. No hablemos
luego de las envidias, celos y resentimiento que hierven a continuación en la
olla del Demonio, con maledicencia y hasta con calumnias con las que Satanás
riega la Iglesia de nuestros días.
Te recuerdo también
las lesiones inferidas a mi Cuerpo Místico por los pecados contra el sexto y
noveno Mandamiento.
Los sacrilegios son
incontables, y se consuman con una indiferencia que tal vez ni Judas conoció.
En un reciente mensaje aludía al pus que se ha acumulado en el interior de mi
Cuerpo Místico.
Oh, si se pudiera
sajar Mi Cuerpo Místico como se corta el cuerpo físico, el pus saldría fuera
con gran violencia.
No puedo permitir,
hijo, que las almas continúen precipitándose en el Infierno.
¡No puedo estar
pasivo mientras es inútil para muchísimas almas mi Sufrimiento infinito, inútil
Mi Sangre, inútil mi misma muerte!
La Misericordia
infinita reclama la hora de la Justicia contra la injusticia perpetrada por
Satanás, homicida y ladrón, con la libre alianza y colaboración de personas que
voluntariamente obran para la perdición de las almas que desde la eternidad Yo
amo.
·
Tremenda responsabilidad
Hijo mío, si Yo te
hiciera ver la tremenda responsabilidad de los Consagrados en esta obra de
ruina, de tormento y de laceración de las almas en combinación con las fuerzas
del Infierno, tú no podrías sobrevivir ni un instante...
Quiero que se sepa por todos que, persistiendo el
mal moral y espiritual en mi Iglesia, la hora de la purificación no podrá
ser prorrogada ni siquiera por las súplicas de mi Madre y por los sufrimientos
de las almas víctimas, aun siendo tan eficaces.
La salvación de las
almas es cosa de tal manera grande que a ella ninguna otra cosa debe ser
antepuesta. Dios ve lo que
vosotros no podéis ver.
La misericordia de Dios,
la paciencia de Dios, la longanimidad de Dios son mucho más grandes que toda
vuestra imaginación, pero no pueden tolerar más allá el estrago de almas
perpetrado día y noche por el pecado.
Hijo mío, ¿hasta
cuándo los hombres, tan lentos para comprender, se darán cuenta de la futilidad
de todas las cosas en las que malgastan tiempo y energías?
Aquí no hablo de los
alejados, sino de los que incluso se dicen mis seguidores pero en su gran
mayoría colocan Dios y el alma en el último lugar. Por Dios y por su alma jamás
harían los sacrificios que hacen diariamente por los caprichos de su cuerpo del
que se han hecho un ídolo. Piensa tú de los otros qué puedo esperar...
Pero lo que me causa más dolor es que mis
centinelas, es decir mis consagrados, en buen número se han pasado al Enemigo.
Vosotros, os lo
repito, afortunadamente no veis lo que Yo veo.
Veo todo, también los
pensamientos más escondidos. Vosotros nunca podréis comprender la infinita tristeza
de mi Corazón misericordioso y la tristeza del Corazón Inmaculado de mi Madre.
Se continúa
transitando los senderos tortuosos de la hipocresía, y no se quiere por los más, acometer la vía maestra de la Cruz y de la
oración.
Por ahora basta. Te
bendigo; ofréceme tus sufrimientos. Ahora son grandes, pero sólo ofreciéndolos
con amor, es como das alegría a Mi Corazón.
3 de diciembre de
1975
SED PERSEVERANTES
Pido la bendición
particular sobre los Reverendos Párrocos y Sacerdotes y para los adheridos de
la Pía Unión que mañana, 4 de diciembre de 1975, primer jueves de mes, inician
la adoración a Jesús, como Él mismo ha deseado ardientemente.[1]
Escribe:
“Hijos, mis delicias,
mi alegría es estar con vosotros.
Desde la Eternidad os
he amado; desde siempre sois el objeto de mi Amor. Por esto os he querido aquí,
os quiero aquí ahora y también en el futuro. Soy olvidado por muchos, por
muchos soy ofendido, insultado, traicionado, traspasado...
Mi amor no encuentra
correspondencia adecuada y Yo, Dios, la busco en vosotros que habéis respondido
sí a mi invitación.
Si también vosotros
me amáis como Yo os amo, se establecerán nuevas relaciones de amistad entre Mí
y vosotros.
Mi amistad, que Yo os
ofrezco, Yo Dios, vuestro Creador y vuestro Señor, vuestro Todo, Alfa y Omega,
es lo más precioso y grande que os puedo dar.
Vosotros vendréis
aquí, todos juntos, al menos una vez al mes para estar como se está entre
amigos, vendréis aquí para rezar y reparar por aquellos que rechazan y repudian
mi amistad.
Sed perseverantes;
guardaos de las astucias del Enemigo que hará todo por obstaculizaros en
vuestros propósitos de bien.
Venid con el corazón
abierto y Yo lo llenaré de mis gracias y de mis dones.
Hijos, será hermoso
el encontraros aquí con vuestro Jesús.
6 de diciembre de
1975
Hijo mío, estas son
palabras que todo fiel mío, todo sacerdote mío no sólo debe pronunciar con los
labios sino que debe pronunciarlas con el corazón y con la mente, en humildad
de espíritu y simplicidad de fe.
No por nada estas
palabras han sido puestas en los labios de los cristianos y en particular de
mis sacerdotes. Además de ser una oración, son una advertencia de
extraordinaria importancia, son una indicación de la misión específica del
cristianismo como soldado de Cristo, en la incansable lucha contra las fuerzas
tenebrosas del infierno, enemigas de Dios y de la salvación de las almas.
·
Amigos de Satanás
He hablado en
anteriores mensajes de las múltiples contradicciones en mi Iglesia. He aquí una
estridente: se reza, se pide fuerza, potencia contra un Enemigo
en el que no se cree en absoluto, o poquísimo y al que luego se rechaza
combatir en el modo más conforme.
Es como si soldados y oficiales pidieran las armas
y obtenidas se negasen a usarlas. ¿No es ésta, hijo mío, una inexplicable
e injustificable contradicción? Pero la contradicción asume aspectos todavía
más absurdos ya que no sólo no se combate al más peligroso enemigo, sino que
muy a menudo se le coadyuva, se le da ánimos en su acción devastadora en las
almas. ¡Cuántos sacerdotes herejes, soberbios y
rebeldes, cuántos cristianos infieles y blasfemos, amigos de Satanás más que de
Dios!...
Yo he venido al mundo
precisamente para recobrar, de las manos de Satanás y de sus legiones, lo que
con el engaño y la mentira me habían sustraído. He combatido y vencido mi
batalla con la humillación de la Encarnación, con la oración perseverante y con
el infinito sufrimiento de mi Inmolación, las armas seguras para una infalible
victoria sobre los enemigos de Dios y de las almas.
¿No he dicho
claramente: “Quien quiera venir en pos de Mí, tome su cruz y sígame?”, en otras
palabras ¿no he dicho claramente: “Quien quiera ser mi seguidor, haga lo que Yo
he hecho primero?”
Ahora, hijo, te dejo
a ti el juzgar si cristianos, sacerdotes y pastores hacen lo que Yo he hecho.
No, hijo mío, son pocos, poquísimos hoy los dispuestos a seguirme en el camino
del Calvario, llevando su corona de espinas.
Observa el enorme
contraste entre mi vida y su vida, entre mi camino y su camino, entre mis obras
y sus obras. Hasta se marcha en dirección opuesta.
Situación verdaderamente trágica y dramática, que
no puede desembocar sino en la obra de la purificación. Increíble es la ceguera
de los hombres y la dureza de sus corazones, inadmisible la conducta de mis
cristianos, provocativo el tenor de vida de algunos de mis sacerdotes. No temen a Dios, no
temen su justicia, perecerán y serán dispersados como polvo al viento. No Yo,
sino su obstinación los perderá.
·
Los sacerdotes se
guardan contra el “EXORCISMO”
"Da mihi
virtutem contra hostes tuos", a flor de labios, mientras en la
realidad cotidiana de su vida favorecen, de hecho, los planes de devastación de
las almas.
Se guardan bien estos sacerdotes míos
de valerse del exorcismo, usando el poder a ellos conferido aún
antes del Orden sagrado, sea porque no creen en ello, sea porque intuyen la
inutilidad por el contraste de su vida con la del sacerdote fiel que hace del
exorcismo un arma valiosísima para contener, limitar, neutralizar la
jactanciosa arrogancia del Enemigo.
· Oscuridad sobre el
mundo
¡Oh, sí! Generación
perversa e incrédula que todo problema lo reduce a un problema de bienestar
material, desconociendo de hecho los valores espirituales de la vida humana,
rebajando y anulando la dignidad del hombre, nivelándolo al rango de un animal
cualquiera...
Hijo mío, qué
oscuridad profunda se ha hecho en el mundo; ¡los
hombres embrutecidos, mis ministros escarnio de los hombres y hazmerreír de las
potencias del mal!
Lo que más entristece
a mi Corazón misericordioso y al Corazón Inmaculado de mi Madre y vuestra, es
que el amor sea repudiado, que la luz sea rechazada, que Dios sea combatido y
se haga de todo para obstaculizar su plan de salvación.
Son mentiras en la
boca de muchos las palabras: "Da mihi virtutem contra hostes
tuos". Sí, es mentira que permite ver el abismo en el que se han
precipitado, dejando caer en el vacío todas las llamadas (¡y han sido tantas!)
para evitar a la humanidad la más tremenda desgracia de la historia. Pero los
Enemigos no prevalecerán.
Mi Misericordia, jamás separada de mi Justicia,
triunfará. Triunfará también mi Madre y vuestra, que hará huir las tinieblas que
han descendido en el mundo, para devolver a la humanidad bien y justicia.
Bella será mi Iglesia
purificada, regenerada a nueva vida. Tomará el lugar que le compete en el
mundo, y que naciones y pueblos le reconocerán, de Maestra y de Guía de toda la
gran familia de los hijos de Dios.
Te bendigo, te pido
tu sufrimiento y tu amor.